Los Estados se deshacen,
sí, aunque su monopolio de la coacción, al menos en países de
nuestro entorno sigue siendo absoluto. El mapa que se trazó en 1648
Westfalia, hace más de trescientos años se diluye. El mundo
generado a su imagen y semejanza se derrumba. A parte de los
políticos, banqueros, brokers, cárteles, trust, multinacionales,
intereses transnacionales… tenemos otros problemas. O el mismo con
distinto nombre.
Bertrand Badie saca a la
palestra, a patadas y en contra de todos los deseos oficiales, una
pequeña hipótesis:
“El impasse entre el
mundo internacional actual y la construcción teórica en la que se
mantiene. Las relaciones internacionales son foráneas a las fuentes
de legitimidad estatales”. Y anuncia “las Crisis de esos
envases herméticos donde conviven malamente las culturas, naciones y
pueblos: los Estados”.
Esto, hace tiempo
clasificado como “El fin de la Historia” por Francis
Fukuyama, para Badie, no es más que la vuelta al inicio; la vuelta
al “Estado Animal”.
Y ni que decir tiene que
una concepción de la historia cíclica encaja mucho mejor con la
forma colectiva de entender hoy el mundo. No hay nada entre Fukuyama
y yo, pero su intento de poner fin a la dialéctica izquierda-derecha
y al “peligro rojo” no va más allá de esas promulgaciones
pseudo-evangelistas y mesiánicas que prometían incondicionalmente
un solo desenlace.
Pero no se preocupen.
Este postureo cíclico o finalista no va más allá de opinar, si
nuestras formas de relaciones son y seguirán siendo las adecuadas o
si nuestra forma de explicar el mundo internacional está obsoleta,
oxidada como un 600 en una carretera alemana.
Por la otra parte, la
local, la regional, la nacional, según Richard Sennet hay también
iniciado un proceso desintegrador, letal para nuestras formas de vida
y pensamiento.
De la insostenibilidad
del Estado del Bienestar y su desmantelamiento, Sennet concluye que
se da un proceso de Desintegración Social, ya que la seguridad, no
era el único elemento que la estructura proporcionaba. A saber:
- Seguridad.
- Función Social como medio integrador.
- Ámbito de autonomía donde autorrealizarse.
Esta falta de trabajos
estables, vitalíceos, funcionariales no hace más que socavar esa
clase media burocrática donde se escondían gran parte de los
adeptos a la hegemónica política estatalista.
Individuos, protegidos
por el Estado, sintiéndose identificados con esa bandera porque al
trabajar en ella, la sentían propia. Individuos integrados e
incentivados por el Estado, con esferas autonómicas de modestia
progresiva . Son o serán cosa del pasado.
No es que de pronto la
población se haya vuelto más crítica, estrictamente moral y haya
logrado desenmascarar a esos farsantes políticos (farsantes por
los siglos de los siglos, Amén). Es que al ver sus necesidades
básicas al descubierto, buscan responsables que no sean ellos
mismos, y por casualidades de la vida, son los políticos el blanco
más a tiro. (Todo mi amor para los políticos, todito entero).
Entendido en términos de
“poder” el fenómeno transcurre del siguiente modo: Las luchas,
las presiones y los contrapoderes a lo largo de los siglos se vieron
inclinadas a dar la partida al Estado. Logró los monopolios
coactivos, aunque para ello tuviera que entablar todo tipo de
acuerdos internacionales. Pero hoy, las esferas de poder se han visto
desplazadas. O más concretamente, han extendido su ámbito.
Conscientes de su importancia, los poderes económicos dejaron la
explicitud de la tentadora y pecaminosa violencia para dirigirse a
otras esferas: Comunicación, Economía Internacional financiarizada,
deslocalización de la producción.
Si antes, la
poliarquización era una cuestión de focos competidores en un mismo
terreno, hoy las diferentes fragatas que participan toman distintos
caminos y atajos.
Como dice Badie los
“Estados Gladiadores” de Hobbes ya no son tal. Se han
quedado en el tintero. Si bien, múltiples conflictos armados
persisten por distintos motivos, las relaciones entre las potencias
hoy ya no son de poder. Hoy los titulares se fijan en la competencia
y en su contrario: la humillación.
Pero a diferencia de la
extravagante economía China: “Comunista” de fronteras hacia
dentro y actuando en bloque a la caza del Capital, en el terreno de
lo económico internacional, no son los países, por norma, ni
naciones quienes se hacen con la deuda de un país en crisis, con
bloques de casas vacías, con los terrenos estratégicos adquiridos
de forma vírica en subastas bursátiles o, fría y sencillamente,
mediante contratos (Estado-Compañía).
Se puede entender así, o
también, dadas las características acuñadas de la mundialización:
inclusión, interdependencia y la ya comentada perdida del monopolio.
Podemos concluir que “no queda otra”. Alguien tiene que comprar
las opulentas deudas del mundo occidental que tras haberse engordado
bulímicamente amenazan ahora con derrumbar uno de los pilares del
modelo de producción internacional y, en este caso, Chino: Los
consumidores externos.
Por su parte, Andrea
Greppi, entendido el problema de las instituciones estatales desde
una óptica nacional, acaba preguntándose “¿Son compatibles la
democracia y el capitalismo y atinando un poco más la puntería, la
internacionalización de las finanzas.?” siguiendo los pasos
del informe Lugano de Susan George,
Porque es exactamente
este desfase cuantitativo entre las instituciones políticas y la
economía lo que genera la amenaza.
Y basa la crisis
democrática que vivimos en una crisis del principio de
representatividad (Bien a causa de las deformadas leyes
electorales, bien a causa de injerencias externas de poderes
exógenos, exentos de controles democráticos) y una crisis de la
clásica separación de poderes.
Si, esa ausencia de
separación de poderes que tantos dolores de cabeza ha dado y da al
régimen venezolano, en Europa y en España es un secreto a voces. Un
secreto que comienza a ser sudado ya hasta por las paredes.
Pero los que hoy tienen
los peones de su lado, no son los Estados, como decíamos antes. El
mundo “Internacional” está cayendo en pos de un mundo
“Intersocial”. Fenómeno al que la UE, vaciando de las
capacidades soberanas clásicas, ayuda con ganas. Y es que hoy, ya no
se oye a diplomáticos. Nadie se fía de los informes de los Estados
y pocos de sus presidentes. O de pocos presidentes nos fiamos.
Hoy. Es Amnistía
Internacional la que pone en apuros al gobierno de España con
informes sobre violaciones de Derechos Humanos. Más si el Tribunal
Europeo de Justicia le echa una mano, en temas tan variados como los
desahucios o los tratos en las prisiones españolas. Hoy, a muchos
les vale más ver al Subcomandante Marcos en América Latina. A las
multinacionales financieras en Estados Unidos o en la City Londinense
o simplemente, las secas gargantas de los Frentes de Liberación
Nacional, que pelean porque sus voces salgan, porque no las paren ni
las rejas, ni las paredes de esos Muros de la Vergüenza.
Alí-Tebelín
0 comentarios:
Publicar un comentario